En 1802 los reyes de Portugal se exiliaron por las invasiones napoleónicas y fundaron su capital del imperio en Río de Janeiro, creando la primera y única capital europea en Sudamérica. En los 60 años que estuvieron gobernando, previo a la independencia, crearon un montón de construcciones en el Centro Histórico: La Biblioteca, el Museo de Artes Nacionales y La Ópera.
Para conocer de forma distinta la ciudad, los paseos en helicóptero que salen desde el Morro de Urca duran unos 15-20 minutos y tienen un costo de 100 dólares para cuatro personas.
También te podés mover en el bondinho, que se convirtió en un punto turístico. Luego de su reapertura, decidieron mantener la esencia de lo que era el tranvía de la época, con su color característico, tan así que aparece en todos los pósters de Río. Es ideal para llegar al barrio de Santa Teresa. Este barrio tiene un estilo muy bohemio donde se encuentran varios ateliers de pintura, arte y está también la Escalera de Selarón. Esta fue decorada por Jorge Selarón, que era un artista chileno que se fue a vivir a Brasil y, con afán de embellecer la escalera de la escalinata, empezó a poner azulejos. En principio eran solamente rojos, pero, tanto la gente que viajaba como los turistas, le trajeron azulejos. Actualmente tiene unos 7000.
Asimismo, otro lugar imperdible es la Catedral Metropolitana, que tiene una forma muy particular, parecida a la de una pirámide maya rodeada de vitrales enormes. Por fuera no llama la atención, pero dentro es preciosa y cuenta con una muy buena acústica. Si querés disfrutar de los servicios religiosos, esta catedral también cuenta con eso.
Si querés conocer una de las siete maravillas modernas del mundo, Rio cuenta con el Corcovado. La manera más disfrutable para subir es el trencito. Este es empinado y demora más o menos diez minutos. Al llegar, te dejan en una plataforma que después sube con una escalera mecánica. Algo a tener en cuenta es el clima. Es relevante chequearlo antes de ir, porque a veces pasa que las nubes están muy bajas y no se puede ver el Cristo Redentor.
Si lo que buscás es disfrutar de sus playas, hay una gran diversidad a conocer. La más característica es Copacabana, una playa de seis kilómetros de largo, muy concurrida y en donde hay de todo: deportes, actividades, esculturas en la arena y hasta la posibilidad de tomar cahipìrinhas. Si buscás una playa menos concurrida, la Gormelio es ideal, ya que es más chica comparada a Copacabana pero igual de linda. Por último, Arraial do Cabo, es una playa con arena muy blanca.
Solo tres días son necesarios para recorrer Río de Janeiro: es una linda manera para cortar el invierno crudo y en términos económicos va a ser mucho más rentable.